Sahumerios aliados del crecimiento espiritual
En el Antiguo Testamento, en el homenaje de los tres Reyes Magos de Oriente al recién nacido, Jesús de Nazareth, ya se cita al incienso como una de las ofrendas que le hicieron junto al oro y la mirra. Así es: desde los tiempos más remotos el hombre deseaba conectarse con los dioses (un símbolo de bienestar interior), y para lograr ese fin quemó en todo tipo de recipientes y altares, sustancias de sutil fragancia. Y siempre ha creído que esos aromas lo podían comunicar con las divinidades. Entre la mayoría de las reiligiones no existe una gran diferencia. Al menos a la hora de elegir inciensos y sahumerios. Los más antiguos libros de la historia hebrea mencionan: «Harás un altar y en él Aarón quemará incienso de olor suave cada mañana, para mi gozo»(E-xodo30. 1-7).
Sahumerio
Cada esencia influye en el mundo sutil de distinta manera; por ejemplo, se afirma que al arder, el pino, el cedro y el sándalo generan un perfume de tipo dionisíaco, y todas estas sustancias sumadas a la lavanda estimulan al ser más recóndito permitiéndole manifestarse creativamente en lo pictórico, místico, laboral o poético. Antes de comprar, no hay que olvidar cerciorarse de su calidad. Un buen sahumerio están hechos a la cera y vienen en paquetitos de 10 a 30 unidades.
En general, los de 30 son importados de la India. Los locales de gran calidad suelen conseguirse de a 10 o 15 unidades. Los otros que se venden sueltos están hechos a base de aserrín y son tóxicos para los pulmones: así que, por el bien de la salud, no hay que olvidar constatar su marca y su calidad.
Sahumerios que armonizan el ambiente
Desde hace siglos se usa la incineración de sustancias aromáticas en innumerables ritos y ceremonias religiosas. La propia etimología de la palabra perfume habla de la presencia cotidiana de los sahumerios en la antigüedad, porque deriva de la expresión per fumum, que significa a través del humo. Sin embargo, no son tan populares como las velas, porque producen aromas más concentrados que resultan desagradables para algunas personas. Una ventaja es que se pueden dejar encendidos aun cuando no se está en casa, porque no representan ningún riesgo de incendio.