Agrimonia, álamo, baya, cerato y cerezo
Olmo, genciana y aulaga
El olmo restaura la confianza en aquellos que se sienten agobiados por la responsabilidad.
La genciana da ánimo a aquellos que se desaniman con facilidad.
La aulaga ayuda a cualquiera que haya llegado desahuciado al final del camino y mire el futuro con desesperación, a no rendirse, ya que hay luz al final del túnel.
Castaña, achicoria, clemátide y manzana silvestre
La castaña avuda a la gente que no logra aprender de los errores del pasado a hacerlo.
La achicoria disuade la búsqueda de atención, la sobrepo-sesividad y la autocompasión.
La clemátide trae a los soñadores (a quienes les falta interés en el presente) de regreso a la tierra, no de golpe, sino dándoles aliento de manera suave.
La manzana silvestre ayuda a superar el odio a uno mismo y ayuda a aquellos que están obstaculizados por pensamientos pesados. Es el único remedio floral que se prescribe para males físicos, principalmente para el acné, los eczemas y la psoriasis.
Agrimonia, álamo, baya, cerato y cerezo
La agrimonia ayuda a aquellos que ocultan su dolor de corazón interno tras un exterior feliz ai darse cuenta de que dejarse ir no es una debilidad, sino un signo de fuerza verdadera.
El álamo temblón es muy eficaz para aquellos momentos en que nos sobreviene un sentimiento de perdición inminente, momentos horribles a los cuales todos somos propensos en algún momento.
El baya sustituye la intolerancia por tolerancia, añade aprobación donde había crítica y cambia la arrogancia por humildad.
Cerato alienta a aquellos que no tienen confianza en su propio juicio para que actúen sin buscar siempre la aprobación de los demás.
El cerezo es un don para las personas que, por alguna razón, temen por su propia salud mental.
Treinta y ocho milagros
El Dr. Bach identificó treinta y ocho elementos curativos del mundo natural para contrarrestar la negatividad que se manifiesta en la mala salud. El rango de estos hacedores de milagroso a desde los delicados brotes del cerezo hasta el cordial brezo, de la fragante madreselva al poderoso olmo. En la afirmación de sus propiedades más perfectas, el doctor Bach entretejió el sentido común con la sabiduría poco común, como podemos darnos cuenta leyendo sus meditaciones sobre Mimulus:
El miedo en realidad no tiene lugar en el reino natural, ya nuestra divinidad interna, que es nuestro ser, es inconquistable e inmortal, y .si tan sólo pudiéramos darnos cuenta de esto, como hijos de Dios, no tendríamos nada que temer.